jueves, 10 de enero de 2013

Empezar de nuevo



"Escribo porque escribir es otra manera de hacer el amor, de llenar el silencio con tus propios fantasmas. No sé, no sé nada."

Del libro Una visión del Jardín, de José Antonio Garriga Vela.

Así empiezo el año, leyendo a este autor del que cada vez es más complicado encontrar sus libros. Incluso hay que recurrir a librerías de segunda mano. No lo entiendo, pese a ser unos de los buenos o mejores, sus libros están agotados, descatalogados.

Espero retomar la escritura, el blog y todo lo que dejé de lado el año pasado por falta de tiempo. Leí y trabajé mucho, con horario a jornada partida y lejos.

Mientras iba al trabajo en el autobús se podría decir que devoraba libros. Algunos me han gustado mucho, me hacían perder la noción del tiempo.

Os dejo una pequeña lista, no pude hacer lar reseña por falta de tiempo, el maldito tiempo que se escapa como el aire:

De Andrés Neuman:
Hablar solos

De Clara Obligado:
El libro de los viajes equivocados

De Milan Kundera:
La insoportable levedad del Ser
La inmortalidad
El libro de los amores ridículos

De Iréne Némirovsky:
Suite francesa
El vino de la soledad

De Enrique Vila-Matas:
Hijos sin hijos
Bartlebys y compañía

De Ian-MacEwan:
 Expiación

De Ernesto Sábato:
El túnel

De Luis Landero:
Absolución

P.D: La máquina de escribir de la foto funciona y me encanta.  Es un regalo de mis queridos amigos Inmaculada Reina y su marido Fernando Ugarte. Gracias mil.








lunes, 19 de noviembre de 2012

Vive como puedas, Joaquín Berges



«Una vez leí que el cerebro humano sólo es capaz de memorizar el diez por ciento de lo que lee, aunque no estoy muy seguro de lo que digo porque sólo recuerdo el diez por ciento de esa lectura. Tal vez por eso necesito escribir un diario. Porque si el cerebro humano sólo recuerda el diez por ciento de lo que lee, no quiero pensar cuál es el porcentaje que recuerda delo que vive.»

Así empieza la novela Vive como puedas de Joaquín Berges, una historia divertida, tierna y emotiva a la vez. No es fácil sacar una sonrisa al lector mientras lee sin perder intensidad, pero Joaquín  consigue  que el lector vaya sintiendo emociones dispares, admiración por la pequeña filósofa Valle, perplejidad ante las preguntas enrevesadas del hijo pequeño Éverest, impaciencia ante la obsesión por lo saludable de Sandra, cariño por el payaso Dumbo, admiración frente a la entereza de su  ex mujer, Carmen,  complicidad con su vecino Carles y simpatía por el protagonista, Luis.

Según Carles, la felicidad es una relación de equilibrio entre las sustancias que regulan el coco, una fórmula mágica y secreta, como la de la coca-cola, que se alimenta de nuestros recuerdos, vivencias y esperanzas.


Utiliza narrador en primera persona que escribe el diario, y otro en tercera, omnisciente que se van intercalando. Este juego de narradores me descolocó un poco al empezar la lectura pero después lo asimilé sin problema. Tiene unos diálogos divertidos, y hace que se pase el tiempo volando mientras se lee. Un lenguaje sencillo y directo que va hilvanando reflexiones entre situaciones hilarantes.

Nada hay más inquietante para un cónyuge que tratar de imaginar lo que se esconde tras el silencio de su pareja.

Joaquín Berges  nació en Zaragoza en 1965. Es licenciado en filología hispánica por la universidad de su ciudad. Se dio a conocer con El club de los estrellados, su primera novela en la que unos personajes peculiares crean una trama desconcertante. Su última novela editada "Un estado de malestar".




domingo, 7 de octubre de 2012

Cinco horas con Mario, Miguel Delibes




Cinco horas con Mario, Miguel Delibes


Contaba Miguel Delibes que empezó a escribir su novela con Mario como protagonista principal con un narrador en tercera persona.  Cuando llevaba un montón de páginas se dio cuenta que no funcionaba esa voz, tampoco podía escribirla en primera persona, entonces pensó hacer un experimento narrativo. Utilizaría la voz de Carmen Sotillo, en un monólogo dialogado con su difunto marido, al que le lanza preguntas sin respuesta posible, mientras relata episodios de su vida en común dejando ver su enorme frustración como mujer durante los veintitrés años de matrimonio,  muestra la personalidad de su marido, un hombre cuyas ideas progresistas, impropias de la clase a que pertenece, le parecen totalmente equivocadas y cuyas preocupaciones éticas de moralidad pública y justicia social no comparte ni comprende.

Delibes lleva a cabo una proeza narrativa al dar vida simultáneamente a los dos personajes de la novela a través del monólogo.  Por un lado está Mario, a quien la viuda se dirige como si viviese todavía, en  un íntimo soliloquio por medio del cual habla mentalmente con un interlocutor pese a que ya no podrá responder. Por otra a Carmen, dolorida y patética imagen de una mujer frustrada por el fracaso de su matrimonio, caracterizado por la insatisfacción sexual y la incomunicación sentimental, que no le ha impedido ser madre de cinco hijos. Y víctima al propio tiempo, de la absoluta incompatibilidad de caracteres que la ha distanciado de un marido del que ya no parece estar enamorada, ante el cual muestra un evidente complejo de inferioridad, pero de cuya conducta personal y  humana se siente profundamente avergonzada. 
A través del largo monólogo interior de Carmen,  repetitivo, incoherente y deshilvanado, cuya ininterrumpida enumeración de quejas y agravios revela  la existencia de unas preocupaciones recurrentes y obsesivas. Lo llama: zascandil, zoquete, adoquín, haragán, botarate, tonto de capirote, pedazo de alcornoque…
Y es que, a pesar de la intención deliberada del autor, que se ha propuesto hacer de Carmen un personaje francamente odioso y negativo, la verdad  humana que encierra, su arrolladora vitalidad, y su fisonomía inconfundible de personaje típico, perfecto exponente de las ideas y creencias tradicionales, vigentes en un determinado momento histórico dentro de la clase social a que pertenece, la han convertido en uno de los caracteres más logrados y certeros de la novelística española de postguerra. Por sorprendente y extraño que parezca, el secreto de este logro estriba en que el autor, consciente de haber cargado excesivamente la mano al perfilar los rasgos negativos que caracterizan a ese personaje, se ha esforzado al propio tiempo en mostrar las causas que determinan y justifican la mayor parte de sus reacciones negativas, para que podamos comprenderle.
Desde el punto de vista humano, se trata de una mujer buena y honesta, que ha sacrificado su vida entera a sus obligaciones de ama de casa y madre de familia. Una mujer reprimida e insatisfecha en sus aspiraciones económicas y en sus deseos de figurar socialmente, que se ha mantenido siempre fiel a sus deberes de esposa, pese a la apatía sexual que le reprocha con insistencia a su marido y a los frecuentes requerimientos de que ha sido objeto por su llamativa belleza física. Mujer inculta por falta de una instrucción adecuada, que oculta su profunda ignorancia bajo el superficial barniz de distinción de una niña bien y sus buenos modales de señorita.
Carmen Sotillo acapara la atención del lector y convierte su frustración humana y social de casada quejosa e insatisfecha en el tema principal del relato. Apareciendo como la víctima de un matrimonio desigual y equivocado, entre personas pertenecientes a una misma clase social, pero educadas en distintos ambientes y adscritas a ideologías contrapuestas y antagónicas, correspondientes a los dos bandos en pugna durante la guerra civil.

Como bien dijo el propio Delibes:

“En la historia de Menchu y Mario hay sucesivos enriquecimientos, pero escasos progresos. Es una historia varada; no anda. Yo podía haberla dejando en la mitad o haber seguido hasta el infinito”


Fragmento capítulo XXIV:

“Y no creo que ande mal de los nervios por eso, cabeza dura, que muchísimas veces pienso que tú estabas bien cuando estabas mal, y mal cuando estabas bien,  aunque parezca un despropósito. Los nervios, los nervios..., Los nervios salen a relucir cuando se está demasiado bien,  eso, cuando uno tiene todo resuelto y vive sin preocupaciones. Entonces salen los nervios y todo lo que tiene que salir, que no sé a santo de qué esa perra…”

Introducción de Antonio Vilanova.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Los puentes de Madison





6 de agosto de 1978

Querida Francesca:

Espero que te encuentres bien. No sé cuándo recibirás esta carta. Algún tiempo después de mi partida. Tengo sesenta y cinco años, y hoy hace trece que nos conocimos, cuando entré en tu sendero para pedir indicaciones.

Espero que este paquete no perturbe tu vida en modo alguno. No podría soportar pensar que las cámaras queden en estuches gastados en algún negocio de segunda mano, o en poder de un desconocido. Estarán bastante estropeadas cuando te lleguen. Pero no tengo a quien dejárselas, y te ruego que me perdones por ponerte en riesgo enviándotelas.

Entre 1965 y 1975 estuve casi todo el tiempo viajando. Para alejar la tentación de llamarte o ir a verte, una tentación que tengo virtualmente en todos mis momentos de vigilia. Acepté todas las misiones que pude fuera del país. A veces, muchas veces, me dije: "Al diablo, me voy a Winterset. Iowa, y me llevo a Francesca conmigo a cualquier costo".

Pero recuerdo tus palabras, y respeto tus sentimientos. Tal vez tengas razón; no lo sé. Lo que sé es que salir de tu sendero esa calurosa mañana de un viernes fue lo más duro que me tocó hacer en la vida. En realidad dudo de que muchos hombres hayan hecho jamás algo tan difícil.

Dejé el National Geographic en 1975 y dediqué el resto de mis años de fotógrafo a cosas elegidas por mí, haciendo algún trabajo donde lo encontraba, temas locales o regionales que sólo me obligan a estar afuera por unos días cada vez. Desde el punto de vista financiero es duro, pero me las arreglo. Siempre me las he arreglado. Gran parte de mi trabajo gira alrededor de Puget Sound, y eso me gusta. Parece que cuando los hombres envejecen se acercan al agua.

Ahora tengo un perro, un perdiguero dorado. Lo llamo "Camino", y viaja conmigo casi todo el tiempo, sacando la cabeza por la ventanilla, buscando buenas presas. En el setenta y dos me caí de un acantilado en Maine, en el parque nacional de Acadia, y me fracturé un tobillo. Con la caída se rompieron la cadena y el medallón. Afortunadamente cayeron cerca. Los encontré y mandé repararla cadena a un joyero.

Vivo con el corazón cubierto de polvo. Esa es la mejor manera en que puedo expresarlo. Hubo mujeres antes de ti, algunas, pero después de ti ninguna. No hice ningún voto de celibato; sencillamente no me interesan.

Una vez vi un ganso en Canadá a quien unos cazadores le habían matado la pareja. Sabes que se aparean para toda la vida. El ganso anduvo en círculos alrededor del estanque durante muchos días después de lo sucedido. Cuando lo vi por última vez nadaba solo en medio del arroz silvestre, siempre buscando. Supongo que la analogía es demasiado obvia para el gusto literario, pero es así como me siento.

En mi imaginación, en mañanas neblinosas o en tardes en que el sol se pone sobre las aguas al noroeste, trato de pensar qué puede ser de tu vida y qué estarás haciendo mientras pienso en ti. Nada complicado… salir al jardín, sentarte en la hamaca del porche, estar de pie ante la pileta de la cocina. Cosas así. Recuerdo todo. Tu olor, tu sabor de verano. La sensación de tu piel contra la mía, tus susurros cuando te amaba.

Una vez Robert Penn Warren usó esta frase: "… un mundo que parece abandonado de Dios…". No está mal, se parece bastante a lo que siento a veces. Pero no puedo vivir siempre así. Cuando esos sentimientos se hacen demasiado intensos, cargo las cosas en Harry y me voy de viaje por unos días con Camino.

No me gusta tenerme lástima. No soy de esa clase de hombre. Y la mayor parte del tiempo no me siento así. En cambio me siento agradecido por haberte encontrado. Podríamos haber pasado uno junto al otro sin percibirnos, como dos porciones de polvo cósmico.

Dios o el universo, o lo que uno elija para nombrar los grandes sistemas de equilibrio y orden, no reconoce el tiempo terrestre. Para el universo, cuatro días no es distinto de cuatro mil millones de años luz. Yo trato de tenerlo siempre presente. Pero, al fin y al cabo, no soy más que un hombre.Y todas las elucubraciones filosóficas que puedo conjurar no me salvan de desearte, todos los días, a cada momento ni del despiadado gemido del tiempo, el tiempo que nunca puedo pasar contigo, dentro de mi cabeza.

Te amo profundamente, totalmente. Y será siempre así.

El Ultimo cowboy, Robert

P.S.: El verano pasado le puse un motor nuevo a Harry. Anda muy bien.


‎"Los Puentes de Madison County" . Autor: Robert James Waller
(fragmento)


domingo, 5 de agosto de 2012

Por favor, cuida de mamá. Shin Kyun-Sook



Por favor, cuida de mamá de Shin Kyung-Sook es  un libro conmovedor. Nos cuenta una historia sencilla, tierna, triste, que va desgranando sentimientos tan universales como el amor, el sacrificio, los sueños, las relaciones familiares, que te atrapa y no te deja despegarte  hasta que llegas al final.
Contada con un narrador en segunda persona, dónde los personajes de la familia nos van mostrando sus recuerdos, sus razones y su sentimiento de culpabilidad.
La hija por no estar más pendiente de su madre y dejarse absorber por su trabajo,  aún sabiendo que su madre padecía grandes jaquecas y problemas de salud.
 El hijo primogénito por el que su madre siempre luchó y sacrificó para que estudiara para fiscal, del que se sentía muy orgullosa,  con el que vivió primeras experiencias como madre, inolvidables.
El marido, que no quería estar en su casa pero que no podía pasar fuera de ella más de dos estaciones y volvía  cuando se cansaba de estar por ahí, ignorando a su mujer, andando siempre delante de ella a prisa, sin escucharla ni tenerla en cuenta. Cuando ella desaparece es cuando se da cuenta de todo lo que ella  hizo por él durante toda la vida y lo que la necesita.  Y la propia protagonista que observa a su  hija menor con sus hijos, recuerda los buenos momentos y se lamenta de haberle reprochado que se dedicara a cuidar de sus hijos. 
Una historia contada con una sensibilidad y sencillez que desarma y  conecta con el lector. Muestra la indiferencia de los hijos hacia los padres mayores y el no querer molestar de estos. El desencuentro y como los recuerdos vuelven y hacen recapacitar a cada uno de los personajes cuando ya es demasiado tarde. Una crítica a la sociedad actual, a las relaciones familiares.
Una novela sobre la pérdida, la culpa, los secretos inconfesables y los miedos de una familia, sentimientos que se hacen conscientes cuando desaparece la madre.

Damos por descontado que nuestras madres están a nuestro lado para ayudarnos de forma incondicional, y que siempre estarán ahí. Pensamos que han nacido para ser madres. Pero antes fueron niñas, y mujeres, como lo somos nosotras ahora. Con este libro quería dar voz a esas mujeres. Mi madre es la energía detrás de mis textos.
Una madre y una hija pueden conocerse muy bien o ser dos completas desconocidas.
Tú fuiste mi secreto. Estuviste en mi vida, una presencia que nadie que me conoce imaginaría. Y aunque nadie sabía que estabas en mi vida, fuiste la persona que me ofreció una balsa en cada rápido y me ayudó a salir ilesa de la corriente. Me alegraba que estuvieras allí. He venido  a decirte que fui capaz de vivir mi pida porque podía acudir a ti cuando estaba preocupada, no cuando me sentía feliz.
Ahora tengo que irme.

La autora Kyung-Sook Shin (nació en Corea del Sur en 1963. Estudió Creación Literaria en la Universidad de Seul y su primer éxito vino de la mano del Premio de Nuevos literatos de la Revista Munye Joongang en 1985. Muy reconocida en su país, ‘Por favor, cuida de mamá’ ha tenido un éxito sin precedentes en Corea. Para que os hagáis una idea la tirada media de un libro en su país es de 3.000 a 5.000 ejemplares, pues en tan sólo diez meses esta novela llevaba ya más de un millón de ejemplares vendidos. Esta novela supone también su lanzamiento internacional

Título: Por favor, cuida de mamá
Autora: Kyung-Sook Shin
Traducción: Aurora Echevarría
Editorial: Grijalbo
Año de publicación: 2011
Páginas: 237
ISBN: 9788425346255