jueves, 30 de octubre de 2014

Cosas que diría con tan solo mirarla, Rodrigo García


 Con esta singular película debutó en el año 2000 como guionista y director Rodrigo García, hijo del inolvidable García Márquez.
 Enfocada desde un punto de mira poético y sin artificio, narra la vida de siete mujeres actuales, independientes, que podrían ser felices, pero que se hayan inmersas en un sentimiento de soledad,  del que buscan salir cada una a su manera, ya sea con la predicción de las cartas del tarot, escuchando a una mendiga loca que habla como si fuera la voz de la conciencia, enamorándose de un vecino enano, buscando el amor en un compañero de trabajo o con la compañía de unos simples canarios.
 Maduras y tal vez por ello enfrentadas al vínculo del cuidado de un familiar dependiente,  ya sea la madre con Alzheimer, la hermana ciega, un hijo adolescente o una novia en estado terminal. Parecen independientes, pero  cada una de ellas se encuentra atrapada en su propia situación. Descorazonadas por una decisión que parece no importar en un principio, como la de abortar, aguardar la muerte de su amada,  sentir como el hijo se transforma en un adolescente arisco y no ser capaces de encontrar el amor. 



Aunque aparentan tener una vida tranquila y sin mayores problemas, algo les hace plantearse su necesidad de amar. Hablan con tan solo mirarse, pero sobre todo escuchan. En un extraordinario reparto con la actuación de Glenn Close en un primer plano que revela la existencia del personaje sin decir casi nada, pendiente de una llamada que no llega, mientras Calista Flockharty le echa las cartas y le cuenta cómo es en realidad.

Me parece excepcional que siendo un hombre, Rodrigo García haya  sido capaz de desnudar de esta forma tan íntima el alma de la mujer,  mostrarla apenas sin protección frente a los males que la acechan y que se enfrenta cada día a problemas como la enfermedad, el suicidio, la soledad, la infidelidad, la falsa dureza, el desamor, incluso la espera de la muerte.


 Con diálogos bien elaborados y frases auténticas como la que le lanza la mendiga a  Rebeca. Es curioso que el hombre solo parezca como esposo adúltero, padre ausente o tímido enamorado.


Una película sutil, íntima y agridulce que apetece ver más de una vez, con la suave música de fondo de Edward Sharmur.

Loli Pérez