miércoles, 27 de mayo de 2009

Erase una vez.... relatos curso escritura

Erase una vez...
Copio mia relatos publicados en el Curso de escritura creativa de Jorge Eduardo Benavides.-

.LA PROPUESTA DE LA SEMANA
Al igual que en la clase anterior, en esta ocasión, y seguramente teniendo las cosas más claras, vamos a proponer los siguientes elementos que forman parte del conflicto: Una biblioteca, un profesor de matemáticas que acaba de jubilarse, una postal de Alejandría, un pañuelo de seda. Ya lo saben: no es que estos elementos estén allí porque más o menos les encontramos un lugar de manera arbitraria en el texto. No: están ahí, como en la propuesta anterior, porque sin su participación el cuento no se explica. Quiere decir que deben ser parte del conflicto.


MALA MEMORIA
© Loli Pérez González

Sentado en una esquina de la mesa, limpiaba afanosamente los cristales empañados de
sus gafas, intentado disimular su nerviosismo.
Hacía dos semanas que se había jubilado y su vida había cambiado de manera que no
se acostumbraba aún.
Para que la desidia no se apoderase de él, se obligaba a ir cada mañana a la biblioteca,
después de calzarse unos churros con chocolate en el bar de abajo, mientras su
estómago hacía la pesada digestión, se sentaba siempre en el mismo sitio, leía toda la
prensa, hacía los sudokus, mataba el tiempo hasta la hora de almorzar.
Desde hacía unos días se sentía observado por un chaval con ojos y uñas pintados de
negro, imperdibles en las orejas y pelo graso y largo sobre los ojos, un pañuelo de seda negro anudado alrededor del cuello, parecía querer ocultar algo, el profesor de
matemáticas pesó que podía ser algún morado en la yugular.
Buscó en su mente la imagen del chaval con algunos años menos y sin los ornamentos
actuales, pero no pudo recordar a ninguno de sus alumnos, así que lo descartó.
Cada mañana el chico parecía estar esperando su llegada para cruzar una mirada, sin
decir nada, se había convertido como un juego entre ambos, llegaba el primero y antes
de marcharse carraspeaba la garganta y le miraba mientras se marchaba muy despacio,
mirando hacia atrás. El no podía evitar seguirle con la vista, con disimulo pero sin
quitarle ojo.
Una mañana se inquietó al llegar y no verlo allí sentado esperándole, en su lugar había
una postal de Alejandría, era la típica imagen de un hotel, iluminada con luces
resaltaba los edificios más emblemáticos en la oscuridad de la noche.
Entonces lo recordó todo, el viaje de estudios de hacía unos años, la borrachera, el
chaval que pasó la noche con él en su habitación.
Le dio la vuelta, una dirección y unas palabras: te espero, si no vienes lo lamentarás.
No sabía si era una súplica o una amenaza, si el chaval sería
mayor de edad.
Se levantó, dejó el periódico sobre la mesa, se guardó la postal en el bolsillo de la
chaqueta y mientras caminaba, empezó a recordar como aquella noche había perdido
el pañuelo de seda negro.

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