viernes, 19 de junio de 2009

El niño del reloj




Erase una vez...

CLASE XXXI, El tiempo en la ficción II

La propuesta de la semana:

Nuevamente vamos a intentar desbaratar el tiempo en nuestra narración, y en esta ocasión lo haremos contando la historia de un paciente amnésico que intenta ordenar sus recuerdos en la consulta del psiquiatra. Obviamente encontraremos zonas vacías y un importante desorden temporal, pero el objetivo es que finalmente podamos reconstruir la sucesión de acontecimientos que el personaje va narrando.


El niño del reloj
© Loli Pérez González

Apenas amanecía, dos empleados de mantenimiento de playas la encontraron ovillada en la arena; con las rodillas encogidas sobre el pecho, los ojos muy abiertos, sin expresión alguna. Como única identificación, alrededor del cuello un cordón negro con unas letras plateadas, LAURA.
Pronto llegó la policía, y los curiosos que andaban por la mañana se arremolinaron alrededor, nadie la conocía, no tardó la ambulancia, la tumbaron sobre una camilla y la llevaron al hospital. La reconocieron concienzudamente, ojos, oídos, garganta, genitales y demás, le hicieron unos análisis; Parecía estar bien, después de ducharse y ponerle un camisón azul, arrugado e impúdico, le pincharon un suero al brazo y cerró los ojos recostada en la cama articulada.
Cuando se quedó sola, empezó a recordar su visita a la consulta del psiquiatra. La recibió una enfermera con cara de alcachofa, le hizo esperar un ratito en una sala, sentada en el sofá de poli-piel marrón hundido, frente a la mesita de mármol con las revistas de suplementos de periódicos atrasados. En las paredes láminas enmarcadas de Van Gogh. Estaba absorta en la lectura de un artículo, cuando la voz ronca de la enfermera la sobresaltó:
-Puede pasar ya-.
El doctor, de pelo gris y barba bien recortada, las mini-gafas en la punta de la nariz, la miró por encima de los lentes, la invito a tumbarse en el sofá, empezó a hablarle con su voz suave, como de locutor nocturno de radio: -Empecemos, ¿de qué le apetece hablarme? ¿qué recuerdo es el más antiguo de su infancia?-
-No sabría decirle...Umm...no logro recordar nada claro.
-A ver pasemos a su juventud, ¿tiene algún recuerdo, donde estudió, sus amigos? -Umm..., nada hay como una nube que no me deja ver nada-.
-¿Cual es el recuerdo que más le ha afectado últimamente?-
-La víspera de San Juan, recibí una carta, venía certificada y tuve que firmarle una cartulina rosa al cartero, dentro una foto antigua y una nota escueta...
-Continúe... ¿de quién era la carta?
En esos pensamientos estaba, cuando se abrió la puerta de la habitación. Era él; alto, bien parecido y con mirada penetrante. Laura entornó los ojos para dibujar mejor su imagen, -¿Por qué pones esa cara?, ¿no me reconoces?, soy tu marido.- Ella lo observó con expresión incrédula, como si fuera un completo desconocido, - no te conozco -fingió.
-Llevamos cinco años casados, amorcito, nos conocemos desde el colegio, tú estabas colgada por mí, hasta hace unos días, que desapareciste misteriosamente.-
-¿Tengo familia aquí o amigas?-
-Bueno lo dejaste todo, trabajo, amigas, familia, para venirte a vivir conmigo a esta ciudad, después has tenido amistades pasajeras..
.--Qué ilusa, ¿de verdad hice yo todo eso, que dices, por tí?-;
-Sí, de hecho, estabas muy enamorada...-
-Pues ahora, es como si fueras un extraño y no te conociera de nada.-
-¿Qué recuerdas exactamente, de lo que te ha pasado?-
-Lo que le he dicho a la policía, que salí de casa, y al cruzar el semáforo unos hombres de aspecto siniestro me metieron en un coche, y después desperté en la playa, no recuerdo más.
-Pero esos hombres ¿te hicieron algo?
-No lo sé, no recuerdo el tiempo que me retuvieron, ni donde me llevaron, solo su olor fuerte a cuero, supongo que me narcotizarían ¡yo qué se!-
-No te preocupes, ya todo pasó, ahora te recuperarás y volveremos a casa.-
A Laura, algo en su interior le decía que no debía regresar a ninguna parte con él.
-No recuerdo en qué trabajas, ¿por qué lo dejáramos todo y nos vinimos aquí? -Soy enfermero del psiquiátrico de Los Ángeles Custodios, nos trasladamos aquí cuando conseguí una plaza y tú estuviste ingresada por amnesia, yo te cuidé todo el tiempo.
- Ahora mira fijamente a este reloj, relájate, así…, cierra los ojos, respira hondo, te vas a encontrar muy bien, vamos a iniciar un viaje al pasado. A ver, tienes siete años, ¿qué haces?-
-Mi abuelo me ha hecho un columpio y me mece en él, mientras mi abuela me canta una canción: “Ya vienen las monjas, cargaditas de toronjas, ya viene una, ya vienen dos...
- Vale, deja ese recuerdo, ahora tienes catorce años, estás en el colegio:
- Hay un niño que me persigue y quiere ser mi novio, yo no quiero, es guapo pero malo, me enseña un reloj, y me dice que lo mire, pero yo le doy un puntapié.-
-Vamos a los dieciséis, estás en el instituto, ¿con quién estás?-
-Tengo una amiga, y juntas nos reímos mucho, el niño del reloj no deja de mirarnos, parece enfadado, pero a nosotras, sólo de mirar su cara, no podemos parar de reír.-
-Ahora tienes veinte años, ¿qué haces?
- Mi amiga no ha venido hoy, pero el niño del reloj es ya un muchacho y me sigue mirando muy fijo, y me pide que mire a su reloj con cadena, dice que sabe un juego muy divertido. El niño del reloj me lleva a dar un paseo, cuando volvemos no recuerdo nada. Desde que hemos jugado con su reloj no le tengo miedo, dice que es mi novio y a mi me gusta.-
-Cuando yo cuente hasta tres, despertarás, no recordarás nada sobre el niño del reloj, sólo a tu apuesto marido, del que estás totalmente enamorada, y querrás irte a casa con él.
-¡Qué cabrón, hijo de puta!, este cree que puede tenerme toda la vida hipnotizada-, pensó para sus adentros, siguiéndole el juego.- -¡Un, dos, tres, despiertate ya!…
Y abrió los ojos, fingiendo no saber nada, le costó mantener la cara de pazguata, mientras pensaba: - El capullo este, no dejará nunca de intentarlo, espero que no se de cuenta de que ya no le funciona el truquito del reloj.-
Laura siguió sus instrucciones, le pidió que le trajera ropa de casa, los vaqueros, unos tenis, la camiseta rosa y ropa interior.
Cuando él salió de la habitación, entró su amiga, la chica de la foto antigua y le preguntó por qué no había pedido ayuda -¿es que estás hipnotizada de nuevo?-
-No, desde que fui al psiquiatra que me indicabas en tu carta, ya sé como evitarlo.- ¿Estás completamente segura, eres consciente de lo que has pasado?-
-No quiero recordarlo, fue la respuesta a todo; cuando empezó la sesión y no podía recordar nada de mi pasado, entonces le enseñé tu carta y la foto que nos hicimos con él . El día antes de que me fuera con él, todo encajó. El doctor me ha dicho como evitar sus hipnosis, pero hay algo que tengo que hacer.
-No tenemos mucho tiempo, pronto volverá, y no sabes si te vas a poder librar de él.Te he traído algo de ropa, debemos marcharnos antes de que vuelva.-
-No voy a huir, ya no podrá conmigo, además conseguí unos polvitos que quiero que pruebe con su whisky, nada más lleguemos a casa, quiero ver como le sienta su propia medicina.
-Creo que estás loca, o que te quedaste enganchada de él.-
-Puede ser, o tal vez, solo quiera jugar un poquito más, con el niño del reloj.-

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