lunes, 21 de junio de 2010

Garriga Vela, Solo

SOLO

De pronto, los amigos dejaron de llamarme por teléfono. Tampoco nadie me visitaba. A mí no me gusta molestar y raras veces descuelgo el teléfono ni me presento por sorpresa en la casa de nadie, así que me dediqué a sobrevivir en soledad.

Cuando salía a la calle, en vez de ir pensando en mis cosas me mostraba atento a todo lo que me rodeaba. Buscaba entre los transeúntes una cara conocida, familiar, pero no encontré más que la mirada huidiza de los desconocidos. Al llegar la noche, me tumbaba en la cama y miraba el techo con los ojos abiertos. Me preguntaba qué error había cometido para que me hicieran el vacío de esta manera, pero no encontraba respuesta.

No soy un hombre obsesivo ni paranoico, al contrario, la experiencia me ha enseñado a que no hay que preocuparse demasiado por las reacciones de las personas, porque cada una de ellas es un mundo repleto de pensamientos y yo no puedo colarme en la cabeza de nadie. Pero en este caso, el aislamiento al que me estaban sometiendo era tan absurdo como cruel.

Por las noches revisaba mi conducta de las últimas semanas, hasta que las semanas se convirtieron en meses y los meses en años y yo seguía paseando solo por las calles buscando en vano una mirada cómplice.

Al cavo de cinco años, yo continuaba encerrado en un calvario plagado de sospechas. Durante ese largo periodo de tiempo no me había desahogado con nadie. Entonces se me ocurrió pensar que los demás podían opinar de mí lo mismo que yo de ellos. Creer que los había abandonado, que algún detalle me había molestado enormemente y que no deseaba volver a reanudar las relaciones amistosas. Tal vez me respetaban tanto que no se atrevían a interrumpir mi querida soledad. Esa soledad que yo me había forjado y que me estaba devorando por dentro como una termita. Pensé que la actitud de los demás no era fruto de del resentimiento, ni tenía nada que ver con ningún castigo ni venganza. No era olvido ni desdén sino respeto. Nada más y nada menos. Como si supieran algo de mí mismo que yo ignoraba. Que necesitaba estar solo, descansar o no descansar, pero estar solo, tan solo como un muerto.

Desde entonces han pasado, como digo, más de cinco años. Ahora me trato con otras personas que he ido conociendo en las calles de las ciudades vacías. Sé que llegará el día en que también ellos desaparecerán como pasa con todo: que brota, vive y se extingue. Y yo no haré nada por remediarlo. Me quedaré mirando el horizonte por el que huyen los fantasmas. Luego volverán otros que ocuparán el espacio que aquellos dejaron. Así es la vida. Una sucesión de días y fantasmas que al final se acaban difuminando en la soledad. De vez en cuando suena el teléfono. Suena el timbre de la puerta. Sonrío, como suelo hacer al cruzarme por el pasillo con los habitantes de la soledad.

Relato de José Antonio Garriga Vela, publicado en el diario Sur 20-6-2010



Me sentí tan identificada al leerlo, que le he pedido permiso a José Antonio para compartirlo con vosotros, sobre todo con los que no tenéis asceso al Diario Sur de Málaga.









7 comentarios:

  1. Leí este relato el otro día en SUR.
    Saludos blasianos.

    A ver cuando concretamos lo que tenemos pendiente del cine.

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  2. Gracias, Loli. Más que un relato parece un escrito en un diario. Me ha gustado mucho y me ha dado algo de miedo.. viene a ser un relato-espejo ¿no?

    O también llamado relato-putada XDD

    Un beso, guapa. Le dices a Garriga Vela de mi parte que eso no se hace, hombre, andar removiendo el alma cuanda andaba una tan tranquila!

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  3. Hablando de soledades... Parece que somos varios los que nos sentimos un poquito solos...
    Gracias por compartir!

    Beso

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  4. ¡Muchas gracias por compartirlo, guapa! :D

    Miles de besos y bonitas vibras.

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  5. Un relato muy bonito y muy significativo.
    Yo también me he sentido así algunas veces.
    Gracias por compartirlo.

    Un besote

    Miguel
    http://lospapelesolvidados.blogspot.com/

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  6. Es un relato fantástico. Es la vida misma, creo que todos nos hemos identificado más o menos con él.
    Estoy intentando saber que libro estais leyendo en el club. Sospecho que os habeis tomado vacaciones o bien no teneis lectura porque yo devolví el libro fuera de plazo. Si esé sto último lo siento. Loly te agradecería que me mandases una respuesta.
    Saludos.

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  7. Fantástico. Ha hablado por todos nosotros, los que nos hemos sentido así más veces de las que quisiéramos.

    Gracias por compartirlo, Loli.

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