Un día por el campo puede ser todo un espectáculo para los sentidos. Muchas veces buscamos algo que nos impacte, que nos deleite. Basta con salir a caminar y fijarnos en lo que nos rodea.
Este olivo disfruta de un día de sol, con los brazos abiertos reclinado hacia atrás y sus raíces como patas de araña que quieren salir a pasear.
Las nubes juegan con el paisaje, a formar dibujos e imágenes insopechadas...
Adoptan formas y colores sobre los pinos y los montes, juegan al escondite...
El pequeño almendro florece entre las piedras, ajeno a su belleza.
Las piedras hablan entre ellas, mientras el aromático romero colorea el viento.
Las nubes siguen su camino, ahora se van a Sierra Nevada, en un día en que la primavera ya quiere llegar y el invierno se hace el remolón, mientras se escucha el alegre trino de los pájaros.