Ni siquiera en ese instante. Sintió. Desesperación, renuncia desgarradora; sólo sentía como si llevara consigo un féretro en el que iba su juventud, todo su anhelo de felicidad y su amor, mientras viajaba al encuentro de un futuro ajeno e indiferente…
El largo adiós de Ellen Olestjerne
Estamos ante una novela gestada entre 1900 y 1902. Se trata de un texto un tanto autobiográfico, que le pone voz a la protagonista desde la infancia (cuatro o cinco años, quince, dieciocho) hasta los veintitrés y sentimos como si hubiera vivido cien años en realidad. Coloca el foco en la vida familiar y social de este personaje rebelde que choca contra la intransigencia materna y las convenciones sociales. Va narrando sus peripecias infantiles y juveniles, la forma tan diferente en que la tratan a ella frente a sus hermanos. Durante la narración va insertando fragmentos de diarios y cartas.
Una lectura, que en un principio puede llegar a ser desesperante y lenta, dado su estilo caótico que va saltando de un recuerdo a otro, no se sabe a ciencia cierta la edad del personaje, porque la voz es siempre la misma. Al final logra captar la atención del lector cuando consigue su libertad y va consiguiendo lo que tanto anhela.
Durante la narración muestra la imposibilidad de realizar su sueño que siente desde que es muy niña: la de ser pintora y ser libre. Al cumplir la mayoría de edad logra escapar del corsé familiar y escapar a Múnich, ciudad donde logrará ser libre y vivir su inmersa en la bohemia de aquella época con todas sus consecuencias.
Un documento histórico, que muestra cómo vivían estos artistas a primeros del pasado siglo XX.
El largo adiós de Ellen Olestjerne
Franziska von Reventlow
(Edit. Periférica) traducción de Richard Gross
Fotografía y reseña: Dolores Mª Pérez González