viernes, 29 de octubre de 2010
La luz es más antigua que el amor II
Compartieron lugares, fiestas del calendario, viajes. Trasladarse era sólo una forma de huir de ellos mismos, una forma de abandonar las carcasas que quedaban detrás, como pieles de serpiente, mientras se movían hacia el sur, hacia el norte, en todas direcciones.
domingo, 17 de octubre de 2010
Souvenir: Berlín, La toscana, Praga...
Hay mucha maneras de viajar.
A veces viendo una película, leyendo un libro. Sólo hay que cerrar los ojos y te dejas llevar por la imaginación, luego empiezas a soñar...
También con las fotos y las crónicas de tus amigas y amigos que estuvieron allí...
Isa, en Praga con buen tiempo, paseando por sus puentes, sus cafés, el barrio de Kafka yo con el libro de Sandor Marái, "La mujer justa".
Inma en La Toscana, llena de flores y casas bonitas. Con aquel mercadillo y sus recuerdos.
Andrea, viajera incansable, en Berlin le puso nombre a los lugares en que yo me perdí.
Ya dije que Pedro se fue a Nepal, aún guardo en mis retinas el colorido y el olor de sus crónicas.
Miguel nos llevó por Londres.
Mauri, Sonia, Angel y yo nos quedamos aquí. Viajando con ellos sin salir de casa.
La luz es más antigua que el amor
"El lugar del que procedo es un lugar huérfano de palabras, un lugar que cobra sentido pleno en el gesto del dibujo, el matiz del color, la hondura de la materia. Y el resto, como dijo el gran bardo, debería ser silencio.
Claro que el silencio nos abruma. Detectamos en el silencio una incomodidad natural que nos obliga a arrastrarnos por un bosque de palabras."
Del libro de Ricardo Menéndez Samón "La luz es más antigua que el amor".
Árboles: el tronco parlante
sábado, 16 de octubre de 2010
Los escaparates y la vida
martes, 12 de octubre de 2010
Amador, película de Fernando León
En "Amador", Fernando León con un oído sin igual para los diálogos y una enorme sensibilidad para conectar con los conflictos humanos, suelta algunos de sus brillantes coletazos.
Los silencios y las pausas son tan importantes como la mínima acción, estamos ante una obra para la reflexión, pero quizás el cine americano nos ha maleducado en exceso y el público menos sofisticado, que somos casi todos, no pueda evitar removerse en el asiento entre los indudables destellos de calidad.
Señala con tan poca piedad como amargura el abandono que sufren nuestros mayores, y llevado al extremo de la mano de una ironía dolorsa. Le vuelve a dar algunas de las frases más chispeantes a una puta (menos glamurosa que la princesa Candela Peña), y extrae lo mejor de cada personaje.
Cuando salí de la sala pensé que no era una película recomendable. Luego después he estado pensando en lo que me sugirió. Es de esas películas que no te dejan indiferente, que aunque creas que tiene escenas poco creíbles, te das cuenta que lo que intenta es lanzar un mensaje desesperado.
El trailer oficial en:
http://www.youtube.com/watch?v=2sQcOxKLacM
jueves, 7 de octubre de 2010
John Connolly "Los atormentados"
"Este mundo está lleno de cosas rotas: corazones rotos y promesas rotas, personas rotas. Este mundo es, a su vez, una frágil edificación, una colmena donde el pasado se filtra en el presente..."
Daniel Clay, en otro tiempo un respetado psiquiatra infantil, desapareció al salir a la luz los abusos sufridos por varios niños que él atendía. Ahora, cinco años después, y cuando ya se le ha declarado muerto, su hija, Rebecca Clay, es acosada por un desconocido que pregunta por su padre. Ese desconocido, llamado Merrick, está obsesionado con descubrir la verdad sobre la desaparición de su propia hija, y Rebecca contrata al detective Charlie Parker para deshacerse de Merrick a toda costa. Parker no tarda en verse atrapado entre aquellos que quieren conocer la verdad sobre Daniel Clay y aquellos que quieren permanecer ocultos a toda costa, pues quizá no estaban del todo al margen de los abusos. Pero intervienen otras fuerzas. Alguien, un fantasma del pasado de Parker, financia la cacería de Merrick. Y las acciones de Merrick han inducido a otros a salir de las sombras: figuras semivislumbradas decididas a vengarse a su manera, pálidos espectros que vagan sin reposo. Han llegado los seres atormentados…
TUSQUETS EDITORES
ISBN: 978-84-8383-067-3
432 pág
martes, 5 de octubre de 2010
Otra ventana: la de la chimenea
Las casas antiguas son como laberintos. Se pasa a los dormitorios a través de las habitaciones.La de esta ventana una vez tuvo una gran chimenea, y siempre ha sido el centro de la casa.
Luego la habitación y la chimenea se hicieron más pequeñas y se convirtió en cocina, donde había una mesa de madera, con un cajón en el frontal, pintada de azul y con un hule con cortes encima. Y el botijo sobre de un plato de losa. Una hornilla conectada a la bombona naranja.
En invierno encendíamos la chimenea y caldeaba todas las habitaciones. Me gustaba sentarme al lado del sillón de mi padre para que me contara historias, mientras fumaba despacio.
Tengo nostalgia de aquellos fines de semana que nos juntabamos todos, con los niños aún pequeños y hacíamos migas y paella en la lumbre, sobre unas estreves, en una sartén muy grande. Recuerdo a los niños preguntando con el plato y la cuchara en mano, "cuánto les queda a las migas".
Había veces que la chimenea echaba mucho humo hacia dentro y aunque hiciera mucho frío había que abrir esa ventana y todo,todo, incluídos nosotros nos impregnábamos de ese olor tan peculiar , que es como los recuerdos, escuece los ojos.
viernes, 1 de octubre de 2010
La ventana de mi adolescencia
Esta era la ventana de mi dormitorio en mi adolescencia.
Entonces, justo debajo tenía una pequeña mesa de escritorio de patas torneadas y mi máquina de escribir Olivetti. Está orientada hacia el norte, y da a un patio interior de la casa.Tenía un mosquitero muy tupido por delante de las rejas. A la izquierda de la mesa había un baúl con un espejo rectangular e inclinado por encima. Era una habitación pequeña, de paredes gruesas, encaladas de color rosa y el techo de blanco con vigas marrones. La puerta era de tablas con un picaporte y en invierno se encajaba. El suelo estaba pintado en rojo.
Y en la pared tenía las postales de atardeceres que me enviaban mis amigos y los póster pegados de los Pecos, Camilo Sexto, Bony M, Abba, Miguel Gallardo, y casi todos los guaperas de la época que salian en la revista del Super-Pop. Sobre la mesita de noche tenía un niño Jesús con sus bracitos extendidos y el dedo anular que le asomaba el alambre, tumbadito en su cuna llena de paja.
También una caja de música que me regalaron los de mi pandilla por mi diesiciete cumpleaños, con forma de piano blanco. Apenas tenía espacio para nada más. En la esquina, un sillón de nea. Escondía mi diario de pastas verdes debajo del colchón. Y mi madre lo leía. Entonces empecé a escribirlo en inglés. Y ahora ya ni entiendo mi letra de entonces, ni el inglés que escribía.