Lorenzo Silva, Jesús Marchamalo y Gonzálo Torné: “El escritor en la sociedad tecnológica”
La irrupción de la tecnología como mediadora entre los creadores y la
sociedad, que asusta a unos tanto como
estimula a otros, ha provocado suficientes dudas como para plantear debates.
¿Debe cambiar la actitud del escritor antes su propia obra? ¿Se puede seguir
viviendo de escribir? ¿Tiene que convertirse el escritor en editor de su
obra?¿Tiene que promocionarla y venderla él mismo?¿Es posible seguir siendo
escritor sin adentrarse en las redes a través de Facebook, Twitter, los blogs o
la nube de Internet? ¿Cómo transforma el nuevo modelo tecnológico la relación
entre el escritor y el lector?
Hay escritores de cafetería y otros que
necesitan del más absoluto silencio y soledad para poder volcar sus
letras. Ruano era uno de ellos, mientras
José Hierro se iba al bar a escribir. Cuentan que Miguel Delibes escribía en el
pasillo de su casa, con los niños jugando encima, hasta le quitaban hojas de
los manuscritos para envolver bocadillos, cuando pudo se compró un piso para
poder escribir tranquilo, una vez allí no se le ocurría nada y volvió a su casa
llena de vida y ajetreo.
Ahora con la escritura en ordenador, no hay manuscritos. Patricio Pron
afirma que ha habido muchas víctimas del Times Roman, que hay que buscar una
letra neutra, dice que el tipo de letra impone un tipo de literatura. Este autor quema todos sus manuscritos una vez
publicados. García Marquéz destruyó el de Cien años de soledad para que no se
pudiera ver la tramoya de la novela después.
Lorenzo Silva tiene encima de la mesa dos móviles y afirma que escribe
siempre en ordenador, tanto en su casa como en el tren o en la oficina, afirma
que escribió tres novelas a mano de las cuales solo ha publicado una.
Gonzalo Torné usa libretas para sus creaciones y no lleva móvil. Afirma
que el ordenador es una máquina llena de tentaciones y de entretenimiento. Hay
escritores que tienen dos ordenadores, uno con Word y el diccionario sin
internet y otro conectado a Internet.
Jesús Marchamalo tiene un móvil sobre la mesa y va twtteando sobre la marcha,
tiene página web, blog y casi todos los
días publica algo en facebook, afirma que se puede perder gran cantidad de
tiempo por hacerse visible en las redes.
El facebook nos induce a la multitarea, cada mañana miles de trabajadores
anónimos y sin sueldo alimentamos esa página. El autocontrol es fundamental
para no perder el tiempo en estos sitios. Aunque da mucha visibilidad. Pero se han perdido muchos buenos autores debido al acceso a las redes, donde se
pierden en el limbo.
Juan Bonilla y Miguel Albero “Lo confieso, soy un bibliópata”
Hay quién colecciona primeras ediciones, incunables, libros firmados,
libros dedicados por escritores a otros escritores, ediciones extranjeras o
limitadas… En el fondo, todas estas muestras de coleccionismo pueden resumirse
en una misma palabra: bibliopatía. De
cómo algunas personas pierden la cabeza por conseguir un libro determinado.
Pasión significa lo mismo que vicio en griego. La bibliopatía es una enfermedad, como en la drogadicción, no hay un
drogadicto sin un buen camello, para los bibliópatas el camello suele ser el
librero. Antes existían las librerías de nuevo que podían ser de fondo, dónde
se podían encontrar a autores no reeditados. Cuando entras a una librería de
viejo nadie encuentra el libro que va buscando sino otro que no esperaba
encontrar.
También he sentido esa emoción de encontrar el libro descatalogado y
agotado de uno de mis autores preferidos, (El vendedor de rosas de Garriga
Vela) el librero a sabiendas de mi adicción por tener ese título me lo vendió
con el precio inflado. Otro día por casualidad entré a ojear y encontré unos
cuentos antiguos de Juan Bonilla. La alegría que sentí cuando encontré una
edición antigua y bien traducida de Ancho mar de los sargazos de Jean Rhys, o Diario
de una buena vecina, de Doris Lessing. Por eso tienen ese encanto las librerías
de viejo, en Málaga tenemos varias por citar dos en las que encuentro mis tesoros:
Abadía y Códice.
Rafael Reig y Antonio Orejudo: “La sátira literaria en los tiempos del cólera”
¿Por qué damos tan poca importancia a la sátira? Toda época ha tenido,
junto a los escritores serios, otros que se reían de ellos con los lectores.
Desde Aristóteles, que se burlaba de Eurípides, hasta los surrealistas, que se
burlaban sin parar del mundo, la literatura ha sido siempre una moneda de dos
caras, en la que ninguna de ellas se ríe a mandíbula batiente de la otra,
severa. Siguiendo la tradición satírica peninsular (Marcial, Quevedo, Góngora,
Lara, Valle-Inclán…), Rafael Reig y
Antonio Orejudo nos cuentan por qué les gusta tanto reírse de los escritores
más admirados, desde la Generación del 27 hasta el momento actual.
El humor es un disolvente del miedo, es el disolvente de la realidad que la
muestra tal cual es, el poder controla
mejor cuando hay miedo. Pero en esta época el humor se ha convertido en
sinónimo de necedad. Sólo se puede escribir sátira desde una posición moral.
Cuando te cambian las cosas de su sitio habitual, es cuando las ves de verdad.
En el libro de Antonio Orejudo “Un momento de descanso” se habla de la
Claudicación, del momento en que nos justificamos, justo antes de claudicar y
transcurre en un país de nuevos pobres, como el de ahora. Escribir literatura
que haga reír en España dónde la risa está prohibida tiene sus riesgos.
La tragedia tiene más prestigio que la comedia, ¿Por qué si haces llorar
te respetan más que si haces reír? La comedia es considerada como falta de
densidad intelectual. La tragedia hace alusión a lo universal, mientras que la
comedia es a lo local.
El libro de Manuel Reig “Literatura para caníbales”.
Si queréis leer más sobre lo que se habló en Eñe, pasad por el blog de Punto y Seguido.
Gracias, Loli, con crónicas así quizás no sea necesario asistir al acto. Me alegro de haberte vuelto a ver y te debo un regalo.
ResponderEliminarXimens para mí fue una alegría enorme veros a ti, a Saly a María y poder conversar un rato. Lo que cuento aquí solo es el botón de muestra.
ResponderEliminarAbrazos enormes.
Loli querida, ¡feliz año para ti también!
ResponderEliminarQue tu mundo siga tan poblado de letras como hasta ahora, que todas tus metas se cumplan.
Un abrazo inmenso para ti, con mucho cariño.