Antonio Soler, Una historia violenta.

 Una historia violenta, el título ya es una afrenta, es el anzuelo que te hace seguir leyendo esta historia, una mirada a la infancia a través de la pupila de su narrador, un niño de unos diez años, que vive en la calle Lauzana, enclavada en un barrio malagueño que podría ser  de cualquier parte del mundo, durante un tiempo indeterminado de los años sesenta setenta, cuando aún quedaban descampados cerca de las barriadas y los niños jugaban solos en la calle, y se peleaban y descubrían la sexualidad, así casi sin darse cuenta. Cuando los mejores amigos eran impuestos por la cercanía, aunque fueran unos psicópatas en potencia. Cuando  deseabas haber nacido en otra familia, en otro lugar y te sentías extraño ante el mundo que giraba en tu entorno. Una novela llena de silencios y verdades a medias, con una mirada llena de curiosidad y a la vez de extrañamiento. El despertar a la sexualidad, al primer amor platónico, a la maldad del ser humano y la entrada de lleno en vida. Un viaje al corazón de la infancia, como diría el propio Soler.

También me llamó la atención la forma en que describe a los personajes, lo encontré muy original, a la madre la describe por cómo son sus manos y se sienta a llorar en el filo de la cama "Me tocaba sufrir, había caído en el lado de sombra de la vida y eso ya no tenía remedio ni había marcha atrás. Me lo habían dicho las manos de mi madre. Su carne enrojecida, de matadero, al lado de las de doña Julia".  

Una novela con voz propia, un antes del Camino de los Ingleses, tal vez. Con un título atrevido, que te hace temer lo peor y que se descubre el porqué al final de la novela. 

La leímos con el club de lectura del Cal, y la verdad que no hay nada como poder comentar la novela con el autor y compañeras de lecturas. 

Si os apetece leer la reseña más completa está en el blog de Punto y seguido escritores.