Aunque no es un autor mediático, ni se prodiga en entrevistas, desde aquí quiero agradecer a Rafael Chirbes que compartiera su tiempo con los lectores malagueños en el Ciclo "Un café cargado de lecturas" organizado por el Aula Cultural SUR y el Centro Cultural de la Generación del 27 en la terraza del Hotel Molina Lario. Fue la noche de la víspera de San Juan, mientras en las playas se asaban espetos de sardinas, se saltaban las hogueras con los Juás y la selección española decía adiós al mundial de fútbol.
Pablo Aranda nos presentaba a un Rafael Chirbes, sencillo, franco y directo que no se anduvo por las ramas y lo primero que nos dijo fue que deberíamos estar leyendo en vez de estar allí, que a él siempre lo podemos encontrar en sus libros. Confiesa que se delata en cada uno de ellos, con sus obsesiones y sus manías, que aparecen aunque no lo quiera.
Nos habló de sus libros, de su primera novela Mimoun, diferente al resto, la que más disfrutó mientras la escribía, y que en cada párrafo hay un poema. Crematorio y En la Orilla son como un testamento en las que crea situaciones que sabe que no van a gustar al lector.
La literatura tiene que contar lo que no se puede contar desde un artículo, un informe o un ensayo. Debe contar la verdad, lo que pasa en el exterior con palabras de ese exterior.
En la Orilla quería captarlo todo, es una novela pulpo, que saca los tentáculos en todas las direcciones, habla del final de la burbuja inmobiliaria, de sexo, del poder detergente del dinero, de la vejez que nunca acaba bien. Son temas desagradables, que a él no le gustan y al lector tampoco pero que se ve atrapado en esa maraña. Por eso es dura de leer, sin comas y un narrador que apenas aparece.
“La verdad hay que decirla, a pesar de las consecuencias. La literatura tiene sus métodos, una densidad y capacidad de purgante. Una especie de piquete sobre sus propias ideas. Cada vez que termina una novela se queda agotado, vacío una temporada.”
Recomienda “El cuento de nunca acabar” de Carmen Martín Gaite, afirma que debería ser lectura obligatoria en todas las escuelas.
Quisiera transcribir todo lo que dijo, porque cada una de sus palabras estaba cargada de verdad y contundencia. Nos contó que escribe sin método, un poco a ciegas, que va escribiendo sobre la marcha, en cuanto encuentra el tono, que tres o cuatro palabras mal puestas pueden estropear un capítulo completo.
Escribe sobre su generación, para aprender, escribiendo es como consigue ponerse a flote y saber dónde está y el lugar que ocupa. Escribir es una forma de salvarse, además es un método muy barato, basta con lápiz y papel, escribir es como bracear para no hundirse. Intenta contar algo distinto a lo que se está contando en el ambiente.
Piensa que La Celestina es la gran obra de la literatura española, una novela sobre la falsedad del lenguaje, dónde el narrador está poco presente y los criados intentan hablar como los señores y viceversa.
En La buena letra, se trata ese tema, alguien que tiene la verdad y no sabe escribir y quien sabe escribir no dice la verdad. “La buena letra es el disfraz de las mentiras”
“Está muy cabreado con los cabreados, porque no se han cabreado antes”
Hablando de García Marquez y de Relato de un naufrago “Hay escritores que nos enseñan el mar en medio del secano”
“Nadie es más que nadie, sino el que hace más”
Loli Pérez
Qué bien lo cuentas, Loli.
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