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martes, 5 de octubre de 2010

Otra ventana: la de la chimenea


Las casas antiguas son como laberintos. Se pasa a los dormitorios a través de las habitaciones.La de esta ventana una vez tuvo una gran chimenea, y siempre ha sido el centro de la casa.

Luego la habitación y la chimenea se hicieron más pequeñas y se convirtió en cocina, donde había una mesa de madera, con un cajón en el frontal, pintada de azul y con un hule con cortes encima. Y el botijo sobre de un plato de losa. Una hornilla conectada a la bombona naranja.

En invierno encendíamos la chimenea y caldeaba todas las habitaciones. Me gustaba sentarme al lado del sillón de mi padre para que me contara historias, mientras fumaba despacio.

Tengo nostalgia de aquellos fines de semana que nos juntabamos todos, con los niños aún pequeños y hacíamos migas y paella en la lumbre, sobre unas estreves, en una sartén muy grande. Recuerdo a los niños preguntando con el plato y la cuchara en mano, "cuánto les queda a las migas".

Había veces que la chimenea echaba mucho humo hacia dentro y aunque hiciera mucho frío había que abrir esa ventana y todo,todo, incluídos nosotros nos impregnábamos de ese olor tan peculiar , que es como los recuerdos, escuece los ojos.