Viajamos
mucho aquellos días. Por territorios
empantanados de nuestra memoria. Por carreteras sinuosas que tarde o temprano
nos devolvían al punto de partida. Viajamos para escapar de nosotros mismos, a
través de palabras escritas, sin
movernos del mismo sitio. Unas veces como turistas acelerados, sin ver
ni sentir; otras como trotamundos que se enamoran de cada paisaje, de cada
historia, de las gentes sencillas que habitaban aquellos lugares. Con la
añoranza del regreso y de escapar, a la
vez, por la ventana de esa vida vacía que trataba de engullirnos.
©Loli Pérez
Imagen: Polanoid.net
Las mayores satisfacciones de la vida es disfrutarla, en casa, con los amigos, con el trabajo, pero vivimos en un sistema rueda de molino que termina por arruinarnos las ilusiones. Cierto lo que bien cuentas, mediante la escritura, la lectura y el paseo puede uno fugarse del engranaje. Hay más formas de ser feliz, una de ellas, la más utilizada es la ignorancia. Me alegro de que hayas escrito este breve.
ResponderEliminarGracias Javier es una alegría recibir tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo