martes, 20 de julio de 2010

Toc-toc ¿no hay nadie?



Aunque habían puesto un timbre moderno, ella seguía empeñada en aporrear la puerta con ese viejo tocador. Le gustaba sentir el tacto frío del hierro en su mano, el sonido seco que hacía al golpear. Igual que los latidos de su corazón, toc-toc ¿No hay nadie dentro? No quedaba apenas nada, solo recuerdos que el tiempo había ido secando. Que a veces refulgían en una noche solitaria de verano. Pero luego después de gritar en el silencio, en el vacío de su soledad, se volvían a desvanecer, como gotas de rocío derretidas por el sol, como sueños que se olvidan al despertar.

©L.P.

6 comentarios:

  1. Caray. Y esos sueños son los mejores, ¿no?

    Muchos abrazos, encanto :D

    ResponderEliminar
  2. La soledad tiene un sabor agridulce y es un gran potenciador de la inspiración.
    Un saludo,
    Laura

    ResponderEliminar
  3. A mí esos llamadores antiguos me resultaron siniestros y atrayentes a la par. No sabía yo que además era fuente de inspiración.

    ResponderEliminar
  4. Bienvenida la soledad buscada no obligada. Esas puertas siempre me han gustado. De hecho, cuando voy por ahí suelo fotografiar los tiradores que me encuentro.

    Besitos

    ResponderEliminar
  5. "como gotas de rocío derretidas por el sol, como sueños que se olvidan al despertar."
    bellisima expresión....
    Ando sin inspiración, Lau


    me encantó tu texto, será que me identidico tanto que no puedo agregar..

    Besosss

    ResponderEliminar

Y tú, qué opinas?