LA HUIDA
Herman
se queda asustado cuando ve la puerta abierta de su cubil, y discretamente se
asoma, se siente libre, y a grandes zancadas se interna en el bosque.
Los
rayos del sol le llenan de alegría, nunca se había sentido tan feliz.
El
color de las flores, el trinar de los pájaros y las ardillas jugueteando a su
alrededor, se siente pletórico, empieza a reir y el bosque reverbera con sus
carcajadas.
─¿Quién
está ahí? El se gira, a su lado está una criatura angelical.
─Me
llamo Julieta, alargándole una margarita. Herman está alarmado.
─¡Yo
soy un monstruo! ¿No te doy miedo?
─Tú
eres perfecto, le responde la niña. ¿Quieres venir a mi casa? El asiente con la
cabeza.
Cuando
llegan al hogar de Julieta, él se siente gratamente sorprendido al comprobar
que el padre de la niña. Es igual que él.
Y
la chiquilla cogiéndole de la mano le dice:
─¡Yo
sí que soy rara!
©CONCHA PONCE
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