Fauces
Llego a casa
después de un dia agotador, deseo descansar y acurrucarme en mi
cama calentita. Dejo las llaves en la
entrada, cuelgo el abrigo, sin hacer ruido me quito los zapatos. Me dirijo
hacia mi habitación, al entrar noto que
algo se mueve en la penumbra, contengo el aliento, pero el
miedo hace que mi cuerpo se paralice. Se acerca
olisqueando en la oscuridad, de repente se abalanza sobre mí elevando sus
fauces hacia mi cuello, un grito
desgarrador emerge de mi interior.
─¡Pacoooo! te dije
cuando te empeñaste en tener al
hombre lobo de mascota que le
pusieras un bozal.
©Trini Carrera
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