La Inocencia
Miró la flor
y fijándose en la dulzura de los ojos de quien se la ofrecía, no dudo en
aceptarla y regalar a su vez una sonrisa a ese extraño ser que también sonreía,
aunque la mueca que se dibujó en su monstruosa cara, podría interpretarse de
otras muchas formas diferentes. La pequeña captaba la esencia, e intuitivamente
conectaba con el espíritu bondadoso de ese hombretón de aspecto contrahecho.
Se tomaron de
la mano y emprendieron juntos un paseo al lado del río, al adentrarse en el
bosque la mirada de la niña se fue trasformando en pícara y seductora, su andar
sensual desconcertó momentáneamente al hombre que sin dar mayor concesión a la
incertidumbre se abalanzo sobre ella quedando los dos inmersos en la lujuria
momentánea.
©Ana Benítez Ruiz
Enhorabuena por tu relato Ana,me encanta.
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